lunes, 16 de diciembre de 2013

Vuestra ciencia, que nunca llegó a ser

   
      Galileo, Arquímedes, Pitágoras,
      Einstein, Franklin, Marconi o Anaxágoras...,
      vidas que se han gastado en buena gana
      mejorando la condición humana.
      Pero yo quiero nombres conocidos.
      ¿La ciencia no tiene mis apellidos?
      ¿No sería magnífico que hubiera
      una ley de un ibérico cualquiera?
      ¡Logaritmos de López o de Hernández,
      postulados de Márquez o de Fernández!
      Y... ¿qué honra española no sería
      si existiera el Teorema de García?
      Pero no sueñes más, que no es viable
      ver nombres tuyos en la ciencia amable.
      Aquí sólo destacan el corrupto
      o el de algún balompédico exabrupto;
      aqui sólo hay memoria del que mata
      o del que descomulga a una beata.
      Inviables científicos hispanos
      olvidad vuestros celos ciuadadanos,
      relegad a ese reino incombustible
      del sueño que ya no será posible
      vuestra sed insaciada de saber,
      vuestra ciencia, que nunca llegó a ser.
Francisco Núñez Roldán
(Tomado del 50 aniversario de la revista ESTELA, 2006 [pdf])

Con este poema concluía la charla que cerraba el ciclo Ciencia y Humanismo organizado por el Club de Amigos de la Ciencia el pasado jueves. Con el título "Poetas en la corte dela reina ciencia" Tomás Yerrro hizo un repaso histórico, erudito, largo y muy interesante, de las relaciones entre poesía y ciencia.

Es tan bonito y autoexplicativo que para qué añadir nada más. Si acaso, una pieza de Faemino y Cansado que, en otro género, tratan un tema muy parecido:

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